Un club de golf y un campo de sueños

Definir el deporte como una actividad física que se realiza con el fin de competir bajo unas reglas establecidas es tan reduccionista como limitar la naturaleza humana a un cóctel de oxígeno, carbono e hidrógeno. El deporte es un potente agente psicoactivo capaz de agitar emociones y excitar el intelecto no sólo entre quienes lo practican, sino también, por obra y milagro de las neuronas espejo, entre aquellos que se limitan a actuar como espectadores del ejercicio ajeno.

Y es este mecanismo el que convierte el deporte una fábrica de sueños: mientras corren por el recreo, unos niños convierten el piso en el tartán del Estadio Olímpico de Tokio o Berlín; con sólo meter un gol en una pachanga entre amigos, los adoquines mutan en césped de Wembley o Maracaná. Y es que, aunque pisar la zona de competición de estos coliseos esté reservado a la élite deportiva, la imaginación activa puede ponerlos al alcance de todos.

No obstante, hay disciplinas que sí permiten tocar esos sueños con la punta de los dedos. Obviamente, sólo unos pocos de los millones de seguidores de la Champions League tendrán algún día la oportunidad de echar un partido en el terreno de juego en el que han visto tocar el cielo a sus equipos favoritos. Del mismo modo, tirar unas canastas en el Staples Center de Los Ángeles o en el neoyorquino Madison Square Garden será casi imposible para aquellos que no jueguen en la NBA. Sin embargo, hacer unos hoyos en el que será el privilegiado escenario de la Solheim Cup, la versión femenina de la Ryder Cup, o la sede en tres ocasiones del Volvo World Match Play Championship, uno de los torneos de golf profesionales más prestigiosos del mundo, no es tan inalcanzable.

En el moderno campo de golf de Finca Cortesín, diseñado por Cabell B. Robinson, se ha previsto hasta el último detalle para acoger a la élite del golf mundial. Sin embargo, los titulares de esta exclusiva experiencia más allá de lo deportivo no son ellos, sino sus no menos selectos huéspedes.

Antes de poner un pie en el primer ‘tee’, cada jugador se sentirá a la altura de los líderes del European Tour, gracias a multitud de pequeños detalles capaces de marcar la diferencia que caracterizan a Finca Cortesín.

Además, podrá completar su preparación en el gran gimnasio con miras al jardín del complejo, equipado con las últimas máquinas Technogym, o tonificarse en una de sus tres piscinas, dos al aire libre y una cubierta. Y si lo que se busca es llevar esta experiencia al límite, el menú de tratamientos faciales y corporales (siempre con productos Biologique Recherche), masajes, baños termales y tratamientos asiáticos de los terapeutas tailandeses de su Thai Spa conseguirán que hasta el jugador más discreto se sienta a la altura de sus ídolos.

De este modo, podemos concluir que hacer deporte en el mismo escenario en el que se miden los profesionales de élite y disponer de sus recursos y privilegios no es un sueño irrealizable, al menos para los golfistas. Eso sí, para conseguirlo lo mejor es dejarlo todo en manos de Single Home, expertos en ofrecer a sus clientes auténtico lujo, ése en el que la exclusividad se entiende como una huida de lo convencional en busca de lo extraordinario y los sublime.